18 julio 2005

Una carta en mi destino

Televisiva la frasecita, ¿verdad? Ya veremos...
Hoy comencé a preparar mi viaje a Israel. En el lenguaje de una persona como yo, preparar equivale a iniciar las averiguaciones pertinentes sobre qué y como. Y el primer paso fue llamar al consulado. Y descubrir que hay una carta en mi destino.
Síiiiiiiii, la sin par carta de invitación que aparece siempre en la vida turística de un cubano. Si quieres salir de la isla necesitas una carta de invitación, si quieres viajar a algún lugar desde algún puerto transitorio, necesitas otra carta de invitación.
Para ir a Israel necesito el ticket de avión y de hotel o en su defecto el boleto de avión y una carta de un@ amig@ israelí. Ni que decir que la ficha de salario y un hago constar mis razones de viaje son imprescindibles. Y aún así me temo que como nací marcada por esta estrella amarilla que es mi lugar de procedencia...
El segundo paso de esta odisea que imagino será llegar a Jerusalén el año que viene, es apuntarme en un curso de hebreo y aprender a dibujar, como los niños pequeños, su fascinante y enrevesado alfabeto. No me hago ilusiones, daré gracias si llego a Jerusalén y encima soy capaz de contar hasta el 20 y escribirlo.

Siguiendo con mis obsesiones recurrentes, una des-recomendación: No comprar Hiphopkhasene, de Solomon & Socalled. O comprarlo para alguien a quien detesten profundamente. Es lo peor que he oído en este verano. Y encima cometí el error de comprarlo, porque tocaba Frank London. Uds seguro que me entienden.