30 mayo 2005

Todo sobre mi madre

Preocupada por la salud de mi abuela, mi madre va a dejar de trabajar. Y esto merece un comentario en mi blog. Todo sobre mi madre.
Mi madre fue una chica frágil y luminosa, mucho más hermosa de lo que yo he soñado jamás ser. Totalmente inconsciente de esa belleza, pasó su juventud sintiéndose transparente. Hasta lograr serlo. La mujer espejo. Adicta al trabajo, como tampoco lo seré nunca, aunque algo he heredado. Muy judía siendo tan evangélica, con una hija evangélica que quisiera ser judía. Mi madre es el retrato de la reina Esther, su misma gracia y fuerza. Y su determinación.
Hablar con mi madre, en ciertas ocasiones ha sido como oir a Krakauer, que para mí es lo más cercano a una música que no dialoga(cuan injusta). Con elegancia y sin percatarse, mi madre se sumerge en su burbuja y deja tu speach continuar, para que desesperes al encontrarte en el punto de no retorno. Porque no escucha.
Mi madre no necesita la música para acallar su tristeza. Podría decir sencillamente que no necesita la música, porque la mayor parte es para ella simple ruido. Y como todo lo que complica la vida, queda fuera de su burbuja. Es una sobreviviente. Ha sufrido muchísimo y por eso ya no hay nada que la distraiga.
Mi madre se merecía otra vida, otros amores y mucha música. Todo lo que no ha tenido y que me hace sentirme tan incapaz por no poder brindárselo. Porque no depende de mí y no sé que más hacer que querer a esta mujer extraordinaria que no ha sabido ser feliz,pero que ha hecho dichosa a tanta gente, con su bondad y su fuerza.
Hace cinco largos años que no veo a mi madre, que está tan lejos, allá en el soleado Caribe, añorando a su hija que le escribe historias desde la distancia, para que no olvide que es amada y que su belleza nos sigue deslumbrando.



27 mayo 2005

El Klezmer

¿Cómo me descubrió el klezmer?
Allá por los noventa, una amiga, que vivía una caótica historia de amor? deseo? histeria? con un chico judío, me pasó una cassette con varios big hits de Israel. A saber, Hava Naguila y similares. Mi preferida fue un klezmer que sonaba a húngaro después de una sesión de vokda con añadidos... Yo no sabía que era klezmer, evidentemente.
Casi diez años después, en ARTE pasaban un documental sobre el incombustible David Krakauer. Siguiendo una referencia a The Klezmatics encontré en la web Mizmor shir lehanef (Reefer Song, la primera canción que oí del grupo y que hoy continúa siendo una de mis preferidas.
Con el tiempo he escuchado klezmer del más variopinto, pero la referencia siempre serán ellos, sobre todo por la magnífica voz de Lorin y el excelente repertorio. Rastreando el amplio trabajo de sus integrantes descubrí Ballin' the Jack, Frank London's Klezmer Brass All-Stars y probablemente seguiré maravillándome con las pequeñas joyas que va dejando a su paso esta gente bendecida por el cielo.
Que mi residencia sea su música, mi país sus letras y mi gente los klezmorim que alegran las fiestas y consuelan los funerales. Y donde esté el klezmer ya no seré extranjera ni estaré de paso. Porque tu tierra está en las cosas que amas.

26 mayo 2005

El Mar Caribe

Hoy voy a hablar del Mar por excelencia, el de mis nostalgias, el Mar Caribe. La primera vez que me asomé a las grises aguas del Mar del Norte, pensé que si esta es la idea que tiene algunos del mar no me extraña que no les guste. Entre esas aguas opacas, horribles, de las que luchaba por emerger el azul entre tanto gris, la nostalgia era una compañera amarga que me traía el recuerdo del verde azulado de las playas del Caribe.
El Caribe es un mar indiscreto, que se anuncia antes de verlo, que inmiscuye su perfume a salitre en tus narices, mucho antes de que toques sus playas. Es un mar con aroma y música. En invierno sus olas son un milagro inquieto, una canción en tiempos aciclonados. En verano su calma absoluta, tibio y azul...
Durante mucho tiempo ese mar fue mi cárcel. Porque isla al fin, nos impedía conocer que otras tierras y otro mundo existían más allá de su azul horizonte.

25 mayo 2005

El Espejo y el Klezmer

Primer encuentro con el espejo, que se deshace entre mis dedos, al fin y al cabo, hecho de arena. Tercer o cuarto blog que comienzo y que por una vez, espero no termine en despojo olvidado. Y no será así, porque este blog viene acompañado de buen klezmer, protegido por la brotherhood of brass y aderezado por la trompeta de Frank London. Y en tan buena compañía este blog no puede quedarse en el intento.
Soy la chica del espejo. Vivo en un país gris, donde la felicidad es un estado raramente alcanzable y donde la gente encuentra reemplazos extraños para ella. Soy extranjera. Nací muy lejos de aquí, en una isla donde la música no termina nunca y la gente grita para acallar el sonido de esa música.
Me faltan muchas cosas y precisamente por saber que es lo que tengo, soy feliz. ¿Qué aburrido, no? El blog de una persona feliz me inspiraría desconfianza. Las historias atormentadas son las que tienen algo que decir.
Una semana atrás, Frank London fue un instante de esa felicidad. En realidad no iba por oírlo a él. La atracción era Matt Darriau y los demás, efectos colaterales. Pero me faltaba por descubrir que un tipo como London no es nunca un efecto colateral ni lo pretende.
Oírlo ha sido una de las mejores cosas de este año. Y ni los paseos de Darriau (que algo extravió detrás del escenario)y sus solos detrás de la cortina, ni el magnífico piano de Coleman, me podían hacer olvidar que de la trompeta de ese hombre feo, con aspecto de vagabundo borrachín, salían unos sonidos que eran la sal de la tierra. ¡Bendito London!
¿Me creerán que ni siquiera lo invitamos a una cerveza? Venían sedientos, porque trasegaron medio pub. Con estos fans, pobres músicos...